Por Nelson Denis y Joaquín Sostoa
Alejandro Fiorito es licenciado y magíster en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es docente e investigador en la Universidad Nacional de Moreno. Se define como “economista clásico” y es un divulgador de la obra de Piero Sraffa en América Latina. Sobre el economista italiano escribió el libro “Piero Sraffa: los fundamentos de la teoría clásica del excedente”, que dio a luz en 2019. También es editor y co-fundador de Revista Circus y un blog homónimo en economía heterodoxa. “Nada más práctico que una buena teoría”, describe su biografía de Twitter. En extenso diálogo con El Excedente, conversó sobre diversos temas teóricos y políticos, como la controversia Sraffa-Hayek, marxismo, el debate del capital, los problemas de la Argentina y la cuestión del desarrollo en la periferia, entre otros.
EE: Recientemente parece haber un interés renovado en la obra de Sraffa de parte de algunos economistas heterodoxos y estudiantes en América Latina. Pero esto no fue siempre así ¿Cómo llegó usted a la obra de Sraffa, siendo un autor tan ninguneado por la academia?
AF: A mí llega por la lectura de Marx. Yo vengo del marxismo, es la tradición teórica en la que me formé inicialmente, cuando era estudiante. Tenía un profesor que me solía recomendar lecturas de algunos autores italianos, como (Luigi) Pasinetti, (Pierangelo) Garegnani y, entre ellos, Sraffa, que para él, siendo marxista, representaban un conjunto de autores provenientes de una tradición ricardiana o “neo-ricardiana”, como equivocadamente se los suelen definir. Muchos marxistas hoy día, generalmente toman a Marx como un autor con una estructura lógica distinta de la economía clásica, es decir separado de Ricardo o Smith, por ejemplo. Los clásicos eran liberales y Marx no. Está bien, es cierto, pero eso en el plano ideológico, político. Lo que estamos hablando es de teoría económica, eso es lo que importa, y la lógica teórica de Marx es la misma que la de Ricardo, Smith, Petty y todos los otros autores clásicos, que comparten un mismo núcleo o “core” de ideas con respecto a la determinación de los precios y la distribución del ingreso. Incluso cuando hablamos de valor- trabajo.
La cuestión es que tenía cierta facilidad con las matemáticas, y el planteo de Sraffa se me presentaba como algo un poco más preciso. Todo el discurso más filosófico que viene de Hegel, de la filosofía marxista en general, a veces parecía perder cierta consistencia lógica o, al menos, desde mi punto de vista, era muy genérico y bastante especulativo. Entonces me gustaba eso de Sraffa, que era más preciso analíticamente y me remitía por lo menos a un objetivismo histórico. Quiero decir, ahí vi más materialismo que en las versiones de los marxistas de la economía política. Al mismo tiempo, era alguien de difícil lectura, al menos no sin antes comprender algunas cuestiones previas. Me metí entonces primero con Pasinetti, un gran divulgador de Sraffa. Empecé con “Lecciones de la teoría de la producción”, un libro del 77. Esa lectura me abrió la cabeza. Al principio parecía haber bastante coincidencia entre todos estos autores italianos. Después estudié a Garegnani, y empecé a notar diferencias con Pasinetti. Tardé tiempo en reconocer todas estas diferencias. En eso me ayudó haber conocido a Franklin Serrano, un economista e investigador de Río de Janeiro con el que tomé contacto por ese entonces, por medio de Federicca Roá y Meri Lucii, dos economistas italianas que conocí en Buenos Aires. Serrano decía que solo con los libros no alcanza para no perderte. Se necesitan siempre profesores que guíen. En síntesis, arranqué con eso y me enganché, a pesar de que no había acuerdos con mis compañeros y profesores marxistas. Éramos todo un grupo militante, que nos pasamos bastante tiempo estudiando a Marx, principalmente “El Capital”. Y en Sraffa encontré una aclaración lógica de todos esos temas que estudiábamos, pero sin perder la fuerza de la crítica de Marx y ganando en precisión y coherencia, además de prescindir de los aspectos filosóficos que siempre aparecían como variables ad-hoc para “acolchonar” los problemas de la teoría del valor-trabajo.
EE: Al respecto, usted escribió un texto sobre la teoría del valor-trabajo marxista (ver acá) en el que argumenta que el principal objetivo de esta, siguiendo la formulación inicial de Marx, difiere de interpretaciones posteriores hechas por autores que intentan reivindicar su obra. También sostiene que no es necesaria una teoría del valor-trabajo para afirmar que existe explotación en una economía capitalista ¿A qué se refiere? ¿Son Marx y Sraffa compatibles?
AF: Empiezo por lo último. En general, los marxistas suelen tener una visión negativa de Sraffa. Sin embargo, últimamente muchos se están dando cuenta que en realidad no estaba en contra de Marx. Era crítico con algo de la teoría que estaba mal, sí, sin embargo a la teoría clásica la sostiene y refuerza, y no descarta el resto de la obra de Marx. Hay algunos marxistas italianos u otros que conocen la obra de Sraffa, que arman sus programas de investigación guiados probablemente con criterios extra económicos y teóricos. Entonces están a favor de Sraffa pero en contra de Garegnani. No tiene mucho sentido, pero ya son temas de personalidades.
Con respecto al valor-trabajo, los marxistas suelen usar esta teoría como explicación de la explotación. Pero no se necesita una teoría del valor-trabajo para explicar la explotación. Se puede medir incluso como hacían los fisiócratas, por cantidades físicas de mercancía apropiada, y con eso se puede observar que el que organiza la producción se queda con el excedente. Al obrero se le paga lo que había acordado previamente con el empresario y si se queja de que éste último gana mucho, él, como capitalista, le dice al obrero: ¿no fuiste libre acaso de arreglar conmigo por ese salario? Es lo que dice Marx. Y es cierto, el obrero no es un esclavo. El empresario le pagó al obrero lo que acordó en salario, pero es él (el capitalista) quien explota el trabajo porque se queda con el excedente. No existe una sociedad donde el capitalista le dice al obrero: “bueno, vos como empleado sos socio mío y vamos en parte según lo que acordamos pero como socios”, como si fuese una especie de cooperativa socialista. No una cooperativa capitalista, donde hacen figurar al obrero como “socio” y en realidad sigue siendo un asalariado.
En suma, hay una fuerza en esta explicación clásica que ofrece Sraffa, es decir de volver a Marx desde los clásicos, pero corrigiendo lo que da resultados no coherentes con sus objetivos, y lo que da probados malos resultados para explicar los precios normales es la teoría del valor-trabajo. En el sentido en que los clásicos, Ricardo y Marx incluido, usaron esta teoría para resolver la tasa de ganancia. Y no podían resolver la tasa de ganancia porque había heterogeneidad en el numerador (excedente) y denominador (inversión) y sin los precios no podían resolver la tasa de ganancia. Y sin la tasa de ganancia “general”, que a largo plazo tiende a ser uniforme, por competencia en todos los sectores, no podían tener las ecuaciones de precios normales. Había una circularidad de la que no podían salir ¿Cómo salieron? Bueno, dijeron entonces: midamos en tiempo de trabajo. Tiempo de trabajo en el numerador y tiempo de trabajo en el denominador. Así la cosa se vuelve homogénea ¿Cuál es el problema de eso? Que así no se obtiene una tasa de ganancia uniforme a largo plazo. De vuelta, la teoría del valor trabajo no fue usada para “explicar” la explotación. Fijate que eso es análogo a lo que hacen los marginalistas posteriormente, que tienen un solo tipo de bien de capital homogéneo en valor (con la excepción de Walras) en sus ecuaciones de alguna manera, justamente porque hay homogeneidad para el caso que no se les complica. Pero cuando se incorpora la heterogeneidad del capital se complica y no es un caso lineal la curva de distribución. Esa es la crítica del capital post-Sraffa, que hacen Garegnani, Pasinetti, etc. Con el reswitching y el reversing capital.
"Con respecto al valor-trabajo, los marxistas suelen usar esta teoría como explicación de la explotación. Pero no se necesita una teoría del valor-trabajo para explicar la explotación. Se puede medir incluso como hacían los fisiócratas, por cantidades físicas de mercancía apropiada, y con eso se puede observar que el que organiza la producción se queda con el excedente".
Todo eso permite aclarar, superar, y mejorar la obra de los clásicos y Marx, porque le quita la parte más débil que Rudolf Hilferding, un economista marxista de fines del siglo XIX y comienzos del XX, defiende contra Eugen Böhm-Bawerk, un economista de la teoría marginalista austríaca. Pero un austríaco más serio que los de ahora, que son economistas vulgares. Estos que se dicen austríacos hoy día ni siquiera manejan bien su propia teoría, porque su tarea mediática los vulgariza en argumentos que solo persiguen una argumentación política conservadora, sin guardar lógicas teóricas coherentes. Tampoco los marginalistas no austríacos. Los economistas marginalistas tradicionales, como Wicksell y Böhm-Bawerk, por un lado, y Walras por otro, que desarrollaron las dos vías centrales en la historia del pensamiento económico del siglo XX, llegaron a un punto en donde se dieron cuenta que no tienen cierres coherentes con la distribución y la existencia de una sola tasa de rendimiento neto del valor de equilibrio de largo plazo. Lo que proponen tomando al capital en valor independiente de la distribución, para los dos primeros autores. En el caso de Wicksell como el de Böhm-Bawerk primero usan el “período medio de producción del trabajo”. El único intento distinto fue el de Walras al tomar una dotación de capitales heterogéneos, pero llegó al punto en que no puede satisfacer simultáneamente todas sus ecuaciones de equilibrio general con la condición de la uniformidad de las tasas de rendimiento neto de las distintas dotaciones iniciales de capital, es decir igualación de la tasa de interés con el ratio entre el pago de servicios del capital y de su precio. En todos los capitales. No hay tendencia a la igualación de la tasa de ganancia. Walras se da cuenta. Wicksell también se da cuenta que tomando en valor al capital tampoco se iguala. Por estas cosas la crítica del debate del capital es tan demoledora.
Digo una última cosa más con respecto al valor-trabajo. Y es que tanto Ricardo como Marx se dan cuenta también que no ofrece buenos resultados. En Marx se puede ver en el libro tres de “El Capital”, que como era un manuscrito, nunca lo corrigió definitivamente. Engels cuando lo publica tampoco lo hizo. El problema de la “transformación del valor en precios” se denominó, que Marx estuvo cerca de resolverlo, usando la forma iterada: primero resuelve la tasa de ganancia en valor y mete ese resultado en las ecuaciones de precios. A largo plazo tiene las ecuaciones de precios de producción. El problema es que la tasa de ganancia está en valor. Pero ni Marx ni Ricardo conocían la matemática para resolverlo, cosa que sí resuelven más adelante otros autores junto con el propio Sraffa.
EE: Hubo un tiempo en que Sraffa fue considerado un punto de referencia importante a nivel académico, más o menos durante un cuarto de siglo ¿Por qué cree que fue abandonado?
AF: Efectivamente, Sraffa tuvo relevancia durante 25 años entre marginalistas porque pensaban que era un ataque académico al marxismo por no usar la teoría del valor-trabajo para explicar los precios. Pero cuando se dieron cuenta que en realidad la crítica era al marginalismo, y que en realidad lo que él intentaba hacer era reivindicar a Marx, lo taparon como pudieron. Pasinetti habla de una “remoción” de toda literatura sraffiana en los manuales de economía. Hoy día no se encuentra en ningún lado, salvo en algún que otro libro de historia del pensamiento económico, donde se suelen ver autores clásicos. Pero es muy difícil. Y entonces se sigue hablando de “neo-clásico” como una supuesta continuación de lo “clásico”, cuando en realidad son teorías distintas. Esto es lo que aclara Sraffa en 1960 con “Producción de mercancías por medio de mercancías”, su obra más destacada.
EE: ¿Existen implicancias del enfoque clásico en su versión moderna (tal como se expresa en la obra de Sraffa u otros economistas como Garegnani y Massimo Pivetti) para el estudio de la macroeconomía y la formulación de políticas económicas?
AF: Sí, yo doy en la Universidad Nacional de Moreno la materia Política Económica. Lo primero que doy es un artículo de Fabio Petri que sacamos en Circus, y que tiene que ver con cómo afecta la crítica teórica clásica -al marginalismo- a las políticas económicas. Ahí entra toda la discusión que se vincula con la reversión del capital. La crítica al efecto Keynes y al efecto Pigou. Cuando se habla de bajar salarios para mejorar el empleo. Ahí entra la crítica central de que se crece por demanda efectiva autónoma y no por baja de precios. Cuando el capitalista contrata “factores” (trabajo), no los contrata porque están baratos. Los contrata porque los necesita, al mejor precio posible (rentabilidad positiva). Y el precio no lo determina él (como empresario). Porque por ahí, cuando están faltando trabajadores para un empresario, están faltando trabajadores a todos los capitalistas. Por supuesto hay sectores en los que faltan trabajadores específicamente. Pero en general hay inmigración, la gente se mueve de lugar. Nunca hubo en el capitalismo escasez de trabajadores a largo plazo. Entonces, decir que los empresarios no contratan trabajadores porque son caros (los salarios) es incorrecto. En realidad ya ha pasado, y cuando han hecho esas reformas (de bajar el salario) generalmente no sube el empleo. Lo que va a pasar es que los empresarios tienen un margen mayor de ganancias sobre lo que venden (con cantidades vendidas cayendo). Es que en realidad son los trabajadores a quienes les interesa crecer para obtener o mantener el empleo, y no a los capitalistas que pueden ajustar para abajo o para arriba su capacidad. Si no quiebran por una eliminación de su margen de ganancia, pueden siempre ajustar por cantidades; echan trabajadores, reducen el nivel de producción y vuelven al nivel de utilización que les permite maximizar ganancias o minimizar costos. Aunque sea más pequeña la economía, el capitalista va a buscar la misma tasa de ganancia normal que buscó cuando inició el negocio…*
*Esta entrada es solo el fragmento inicial de la entrevista publicada en nuestro Blog. El texto completo se puede leer y/o descargar en nuestra sección de Publicaciones.
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